Al conmemorarse diez años del primer encuentro de los Movimientos Populares en el Vaticano –celebrado el 28 de octubre de 2014–, el Papa Francisco envió un claro mensaje en favor de la justicia social y el respeto por los derechos humanos. A la vez, trazó con sus palabras una verdadera hoja de ruta para pensar la urgente tarea por delante.
Ante referentes de movimientos sociales llegados de todo el mundo, Francisco repudio la reciente actuación de las fuerzas de seguridad de la Argentina, cuando, frente al Congreso de la Nación, reprimieron a jubilados y trabajadores.
“Obreros, gente que pedía por sus derechos en la calle, y la policía la rechazaba con una cosa que es lo más caro que hay, ese gas pimienta de primera calidad. Y no tenían derecho a reclamar lo suyo, porque eran revoltosos, comunistas. No, no, el Gobierno se puso firme y en vez de pagar la justicia social pagó el gas pimienta, le convenía. Ténganlo en cuenta”, sostuvo Francisco.
El Papa advirtió sobre el auge de “una forma perversa de ver la realidad, que exalta la acumulación de riquezas como si fuera una virtud”, y apuntó: “No es una virtud, es un vicio. Acumular no es virtuoso, distribuir sí lo es”. Para el Santo Padre, “la competencia ciega por tener más y más dinero no es una fuerza creativa, sino una actitud enfermiza y un camino a la perdición”; una “conducta irresponsable, inmoral e irracional” que “está destruyendo la creación y dividiendo a los pueblos”. Por eso, pidió: “No dejemos de denunciarla”.
A la vez, remarcó que “los frutos de la prosperidad económica no se reparten bien”, en “una realidad evidente que, si no se modifica, va a engendrar peligros cada vez mayores”. Por eso, alertó que, “si no hay políticas, buenas políticas, políticas racionales y equitativas que afiancen la justicia social para que todos tengan tierra, techo, trabajo, un salario justo y los derechos sociales adecuados, la lógica del descarte material y el descarte humano se va a extender, dejando a su paso violencia y desolación”.
En ese sentido, lamentó que “muchas veces son precisamente los más ricos los que se oponen a la realización de la justicia social o la ecología integral por pura avaricia. Disfrazan esta avaricia con ideología, pero es la vieja y conocida avaricia. Presionan a los gobiernos para que sostengan malas políticas que los favorecen económicamente”. También se refirió a la corrupción: “La coima. El diablo entra por el bolsillo, no se olviden”. Y dejó en claro que su ruego por un mundo más justo “no es comunismo, es Evangelio puro”.
En su mensaje, Francisco llamó a “que nadie nos robe la memoria histórica y el sentido de pertenencia a un pueblo”, recordó que “el colonialismo material y el colonialismo ideológico van siempre juntos devorando la riqueza material e inmaterial de los pueblos”, y con agudeza agregó: “Pienso en algunas experiencias de mi país donde el colonialismo se llama litio y se explota a tanta gente”.
Luego de remarcar que “el silencio frente a la injusticia abre paso a la división social, la división social a la violencia verbal, la violencia verbal a la violencia física y la violencia física a la guerra de todos contra todos”, el Papa pidió: “Que nadie quede tirado, por favor. ¡Hay tantos tirados por las calles, tanta gente que no tiene para comer, tanta gente que está pidiendo algo, que perdió la casa, que perdió el trabajo!”.
“Miremos al tirado”, insistió el Santo Padre, ante la atenta escucha de los referentes de movimientos sociales, a los que exhortó a “ser custodios de la justicia social” y a seguir luchado tanto contras las causas estructurales como los efectos de la violencia en los barrios, el narcotráfico y otras formas de crimen organizado, la trata de personas y el abuso contra niñas, niños y adolescentes.
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